domingo, 28 de julio de 2013

Sacrificarse por...

María se casó con su amor de juventud. Él era el chico perfecto, guapo, honesto, trabajador, inteligente y lo más importante: estaba enamoradísimo de ella. Tuvo la boda con la que soñaba, el pisito ideal, en resumen: todo con lo que ella soñaba desde que era una niña. Resulta que la perfección que ella pensaba que le iba a dar la felicidad, no lo consiguió, pues dentro de ella las cosas no eran perfectas, y la necesidad de colocarse a si misma sumada al hastío de la perfección y pequeños daños colaterales, hicieron que mi amiga rompiese su matrimonio antes de cumplir el tercer aniversario, pese a que lo quería a él como nunca ha vuelto a querer a nadie más. Estuvieron separados un año, volvieron a encontrarse y estuvieron otro año juntos, pero lo que siempre se dice: segundas partes nunca fueron buenas. Hay más cosas que echarse en cara; terceras nuevas personas por ejemplo.
Él despechado tras la segunda ruptura conoce chica, y en poco más de un mes decide cumplir su sueño personal: formar una familia. Primero un niño y después la niña.
Durante esos años, María decide hacer su vida y encontrarse así misma. Probar todas las experiencias que le faltaban por vivir y pensaba que un matrimonio tan prematuro le había robado.
Él no desaparece del todo. Cada 2 ó 3 años da señales de vida, con la excusa de un café. Y así ocurrió la última vez: Estoy cerca de tu casa, era por saber como estabas, etc.
Ellos quedan un día, quedan otro y otro más. Y pasa lo que se veía venir... Al principio quedan claro que sólo sería sexo, pero María escamada con tantas llamadas, mensajes, detalles e incluso pasar el día entero de el cumpleaños de él con ella en lugar de con su familia, le hacen preguntarle qué quiere de ella.
Quiero estar contigo, le dice... Me he dado cuenta de que eres la mujer de mi vida y quiero pasar el resto de mi vida contigo, que seas tú la que esté a mi lado el día que me muera. Me he dado cuenta que cada vez que estoy contigo tengo todo lo que me falta en mi relación, que nunca pensé que se pudiera querer tanto a alguien como yo te quiero a ti. Y lo tengo clarísimo y me da igual todo lo demás.
Imaginad ella. Se derrumba totalmente. Primero un estado de confusión total, pero es que en verdad nunca lo había dejado de querer. Ella le dice que no puede ser, que él tiene una familia, que todo sería muy difícil. En definitiva, le plantea todo lo malo que podría ocurrir si volvieran a estar juntos. Él erre que erre, que no le importa, que la quiere con sus pros y sus contras y que el resto le da igual. Así que ella cede, pues desde su ruptura con él, no había vuelto a amar de verdad a tener un amor tan real como el que tenía con él.
Y lo que parecía que iba a ser colorín colorado...
En casa de él se monta la gorda, tras decirle a su mujer que no la quiere y que no es feliz con ella. Chantajes emocionales de todo tipo tanto por parte de su pareja como de toda la familia, utilizando para ellos a los inocentes hijos, lo que le proboca a él una enfermedad y pánico.
Vuelve a casa de María; No puedo dejar a mis hijos, no me lo perdonaría en la vida. Te juro y te vuelvo a jurar que todo lo que te he dicho es verdad y que nunca me olvidaré de ti. Espero que algún día me perdones. Este es el pago que tengo que hacer por actuar en su día desde la rabia y tomar un camino equivocado con otra mujer.
¿Comerán perdices?  Yo no puedo dejar de pensar en ese hombre, debe ser tristísimo pasar el resto de tu vida con una mujer a la que no quieres, y soñando con otra. ¿Merecen los hijos un sacrificio así? Yo no lo sé, pues no los tengo. Quizás algún día si llegan a mi vida pueda comprender la elección del que en su día también fue mi amigo, pero por ahora sólo puedo pensar: pobre hombre.

1 comentario:

  1. Es la condición humana...
    Él es un inseguro patológico de los que nunca están conformes con lo que tienen y le importa un higo hacer daño a otros con tal de salirse con la suya. Ya, ya sé que según tu amiga es un tipo inteligente, seguramente buen amante, etc, etc. Ya...pero a la hora de la verdad es un mequetrefe, un alfeñique egoísta que se aprovecha de la debilidad de tu amiga. ¿Y los niños? ¿Acaso un padre no tiene la obligación de velar por ellos? En fin...vivimos en un mundo imperfecto porque somos imperfectos, llenos de defectos, a veces inconfesables. Jugar con el prójimo es bien distinto. Eso lo hacen aquellos que se creen el centro del universo, el ombligo de este dichoso mundo.
    Un saludo amiga
    Afectuosamente
    E.

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